sábado, 6 de abril de 2013

El tesoro escondido

Años atrás encontré un cuento que hablaba de una antigua leyenda uruguaya. Me gustó mucho, tanto que decidí reescribirlo cambiando algo.
Cuenta una antigua leyenda uruguaya, que si en tu casa  escuchás  crujidos extraños, oyes ruidos de cadena o  ves un espectro  deambulando, es porque cerca, muy cerca, hay un tesoro escondido.
Esto le occurrió a Dionisio, cuando él  y su familia se establecieron en una localidad llamada Campo Nuevo.
Comenzaron  a  construir  su  casa  y  pronto  empezaron  a escuchar ruidos extraños, aullidos y voces misteriosas.  En  una  ocasión  una sombra empujò a Dionisio de su bicicleta, y en otra un espectro sacudió fuertemente un naranjo hasta hacer caer todos los frutos.  El miedo se apoderò  de  la familia y pensaron seriamente en abandonar la finca ya que no  podian  pegar ojo  en toda  la  noche.  Se cerraban cuando llegaba la noche y no se animaban a salir hasta que saliera el sol.
Dionisio habló con la gente del pueblo, con sus amigos y parientes para pedir consejo sobre esta situación insostenìble,  y todos le recordaban la antigua leyenda, para ellos era más importante resistir y empezar a buscar  el tesoro que seguramente estaba cerca, muy cerca. Por eso se ofrecieron  a ayudarlo  en  la búsqeda.
La  única  que  quería  marcharse  era su mujer Persefone,  que aunque aterrorizada y preocupada  por sus  hijos  que  lloraban  siempre,  no  se oponía a las decisiones de su marido, del que estaba  todavia muy  enamorada.
Dionisio ahora dedicaba todo su tiempo a la búsqueda del tesoro, excavaba hoyos en el campo, sacaba el suelo de  la  casa y  agujereaba  incluso  las  paredes,  pero  sin encontrar nada.  
Todo eso  sucedía  mientras  los  aullidos y los ruidos extraños seguìan, y aumentaban  en   intensidad y frecuencia.  Por la noche  las  ventanas   aunque hermeticaménte cerradas, se abrìan y sacudían causando  miedo  en  la  familia.
Dionisio  estaba  como  loco,  el  hecho  de  no  encontrar  el  tesoro  lo  encolerizaba,  y desahogaba su  cólera  con su familia y en particular con su mujer, llegando incluso a pegarla.
Ahora no trabajaba nunca, dedicaba  todo  su tiempo y  fuerzas a la busqueda del tesoro. La situación fue cada  vez más  desesperada,  en casa faltaba el  dinero, los amigos  visto  la  imposibilidad  de encontrar  el  tesoro  lo  dejaron para siempre.
La única que permaneció a su lado fue su esposa, que lo cuidaba,  lo consolaba  y lo asistía. Persefone iba  a  los  campos  a  recoger fruta   verdura  para   matar   el hambre de la familia, mientras  él ya estaba siempre  en  la cama, con los ojos abiertos mirando el techo y repitiendo con voz débil, el tesoro... el tesoro...
Un dia mientras la mujer le tenía  la  mano  entre  las  suyas, sucedió algo que cambió la  vida  de nuestra  familia, Dionisio cerró los ojos, dejó de respirar, parecía muerto pero sin embargo estaba solo durmiendo.
Durmió  un  sueño largo y turbado, la mujer que  lo velaba  pero  advirtió que su mirada poco a poco, de triste y afligida que  estaba, se volvía mas abierta, alegre y vivaz, hasta aparecer feliz, en el momento en que se despertó.
En  aquel  mismo instante, Dionisio abrazó fuerte su mujer, que estuvo allí a  su lado  durante el largo sueño, y la estrechó por un tiempo que pareciò  infinito.
Mientras  tanto  el  aire  alrededor  la casa  volvió  a  ser  tranquilo  se oyeron otra vez gorjear los pajaros,  los niños volvieron a jugar y correr felices, los aullidos pararon, y de milagro no se escucharon nunca los extraños ruidos de una vez.
La felicidad volvió a reinar en casa y eso porque durante el largo sueño, Dionisio había  comprendido  que  la  antigua  leyenda  tenía  un  fundo de verdad,  él  había verdaderamente  encontrado  el  tesoro,  en el sentido que finalmente  había entendido que el tesoro había estado siempre allí a su lado,  Persefone.

1 comentario:

  1. Cuántas veces pensamos que la felicidad sea lejos de nosotros cuando en cambio está bajo nuestros ojos. ¡Ojalá pudiéramos reconocer el tesoro que está en nuestra mano! Gracias Gaetano

    ResponderEliminar